Una vez, hace ya muchísimos años, escuché un chiste que
hablaba de la “Sangre fría”; es más o menos así:
“Un grupo de amigos se encontraban reunidos y hablando de
todo como lo hacen los amigos. Uno de
ellos dijo:
¿Para ustedes qué es sangre fría?
Otro se apresuró a decir – Es llegar a tu casa, encontrar a
tu mujer con otro en la cama y ¡no hacer nada!
-¡No!, refutó otro, eso es ¡Indiferencia! Es llegar a tu casa encontrar a tu mujer con
otro y decirle al tipo: ¡Haga el favor de salir de mi casa!
-¡Tampoco!, replicó otro, eso es ¡Diplomacia! Es llegar a tu casa encontrar a tu mujer con
otro y decirle al tipo: No se preocupe, puede continuar…
-¡No señor!, dijo el último de los amigos que faltaba por
opinar, eso es Complicidad. Sangre fría
es llegar a tu casa, encontrar a tu mujer en la cama con otro, decirle al tipo:
No se preocupe puede continuar… Y si él
continúa; ¡Eso sí que es sangre fría!”
Bueno este chiste no tiene nada que ver con el tema que
trataré ahora, aunque sí sólo en el aspecto de que los amigos se reúnen y
comparten opiniones de sus vidas.
Hace pocos días estaba escuchando una conversación ajena
entre un grupo de amigos que debatían un tema: ¿Cuál es el peor desprecio que
una mujer puede hacerle a un hombre?
Entre los posibles desprecios que dijeron destacaré los
siguientes:
Dejarlo plantado en la iglesia.
No querer hacer el amor con él.
Quedarse dormida mientras él le hace el amor.
Cabe aclarar que este último fue el ganador dentro del grupo
que debatía el tema y aunque yo quería opinar, preferí mejor guardar silencio.
Yo estoy de acuerdo que quedarse dormida mientras uno le hace
el amor es algo que no cabe dentro de la cabeza de ningún hombre, ¡eso es
imposible! Opinarán algunos, pero de que sucede, sucede…
Recordé en aquel momento lo que le pasó a un amigo y que no
lo dije en aquel momento porque yo no formaba parte de aquel grupo pero aquí si
lo diré:
Mi amigo tenía una novia linda, su carita provocaba besarla
infinitamente; su cuerpo delgado y esbelto era un claro ejemplo de “La
hermosura de las proporciones”; sus cabellos lisos, rubios naturales y cortos enmarcaban
aquella carita de ángel…
Sobra decir que mi amigo estaba orgulloso de aquel regalo que
la vida le había dado. Pero lo que él no
sabía era que ella le haría el desprecio más grande que en mi concepto una
mujer le puede hacer a un hombre:
Cuando él comenzó a sentir que ella se distanciaba, empezó a
duplicar sus esfuerzos por complacerla, pero parecía que nada era suficiente:
Ella seguía distanciándose.
Mi amigo sufrió muchísimo al comenzar a sospechar que ella le
estaba siendo infiel, pero no tenía pruebas y comenzó a “trabajar” para
conseguirlas. Y un día presenció la
imagen que según sus propias palabras “Nunca se borrará de su memoria”: Su
novia besando a otra mujer…
En conclusión yo pienso que el mayor desprecio que una mujer
le puede hacer a un hombre es cambiarlo por una mujer. No sin dejar de reconocer que quedarse
dormida mientras le hace el amor es algo verdaderamente triste y lamentable que
yo espero que no sea algo que ningún hombre tenga que experimentar.