7 de julio de 2017

EL MANGO MÁS CARO

Un mango bien bonito en época de cosecha no llega a costar más de 100 pesos colombianos; pero fuera de esa época puede llegar a costar hasta 1500 si es verde, con sal, limón y pimienta; cortado y metido en una bolsa plástica.  Hay que aclarar que también depende del lugar donde sea comprado dicho mango.

Yo fui testigo del precio más alto pagado por un mango.  No, no  fue en una subasta; fue en la puerta de la casa de un barrio popular en Barranquilla donde se acostumbra a sembrar árboles de mango en las afueras de las casas para mitigar el calor desesperante que casi todo el año atormenta a los moradores de esta región del país.

Era un día normal, el reloj marchaba penosamente como si pensara que ya no quería seguir con ese trabajo monótono e improductivo.  Ya se aproximaban las diez de la mañana y los niños comenzaban a sentir nuevamente hambre puesto que ya el desayuno estaba próximo a terminar su recorrido cuando a uno de los niños se le ocurrió decir “Vamos a bajar mangos” parecía que todos estaban pensando lo mismo porque a pesar de que no respondieron nada se levantaron y comenzaron a dirigirse al “palo e mango” más cercano…"

Una vez arriba del palo, era una competencia no pre-establecida para ver quién cogía el más bonito: más grande, más limpio y más maduro…

Jorge quien en esos momentos tenía 9 años de edad vio un mango precioso y se dispuso a tomarlo pero no contaba con que Tony también lo vio al tiempo y juntos se dispusieron a tomarlo, se chocaron en el camino y Jorge cayó sentado sobre uno de los ornamentos en forma de lanza que les ponen a las rejas  en su parte final arriba.  Al principio Jorge lo único que sintió fue rabia por no haber podido coger el mango y seguidamente un dolor que fue creciendo lentamente hasta volverse insoportable. Fue cuando se percató de su penosa situación: estaba chuzado cerca, muy cerca de su orificio anal. Los otros niños se dieron cuenta de esto y comenzaron a gritar para llamar la atención de los mayores. El primero en llegar fue Andrés tío de Jorge quien le preguntó: ¿Qué estás haciendo ahí? Jorge con lágrimas en los ojos le respondió: “ me caí”.

Cuando Andrés se dio cuenta de la verdadera situación, se desmayó.
Vinieron después otros adultos y cada uno daba una opinión de cómo debían hacer para bajarlo hasta que alguien dijo: “Hay que llamar a los bomberos” y todos estuvieron de acuerdo.

Quince minutos después, sorprendentemente rápido, pero “Tiempo eterno” para quienes esperaban llegaron los bomberos y una ambulancia y con uno de esos brazos mecánicos, mucha paciencia y mucho cuidado lograron desprender a Jorgito de esa trampa en la que se encontraba. Fue llevado en la ambulancia al hospital donde lo examinaron y suturaron su herida.

Tres horas después estaba en su casa cansado y débil por la jornada vivida.
Por la noche comenzó a sentirse mal pero no se atrevía de decir nada, serían las 2 de la madrugada cuando su madre fue a ver como se encontraba el enfermito y lo encontró ardiendo de fiebre, sudoroso y trémulo.

Sin pensarlo dos veces cogió a su hijo y salió con destino al hospital.  No voy a referir todo lo que le tocó esperar para que lo atendieran pero cuando eso sucedió la regañaron por no haberlo llevado antes.

Diagnostico final peritonitis, el hierro había perforado el intestino y de este hecho no se habían percatado en el primer examen. Fue internado en la sala de cuidados intensivos donde duró tres días.

En este tiempo su madre rogó a Dios de todas las formas que conocía para pedirle que no le quitara a su hijo.  (Es sorprendente cómo hasta las personas menos creyentes buscan a Dios en un momento como este).  Recapituló su vida en el periodo desde que quedó embarazada hasta el día de hoy cuando sabía que su hijo estaba peleando con la muerte y deseo tener a su lado al padre de Jorge quien por el duro temperamento de ella se había alejado y no sabía de él desde hacía muchos años.

Cuando le dijeron que su hijo se estaba recuperando volvió a las oraciones, esta vez para agradecer con lágrimas en los ojos, de manera anticipada por la pronta recuperación de su hijo.

Cinco días después ya estaban en su casa: Jorge muy recuperado aunque débil y su madre con el rostro desencajado por mucho trasnochar, el bolsillo sin un peso por todo lo que le había tocado gastar pero feliz.

Allí no terminó todo pues los medicamentos  y  los pasajes también salían costosos y ya Ana (la madre de Jorge) no tenía “De dónde” entonces le tocó  acudir a familiares y amigos y en esta situación estuvieron los 30 días que duró Jorge convaleciente. 

Si  sumáramos todo lo gastado durante este episodio, podríamos estar de acuerdo de que ése era el mango por el que se ha pagado el mayor precio. Y si a eso le sumamos que ni siquiera Jorge se lo pudo comer: ¡Más caro todavía!