Teniendo en cuenta que ya ha pasado suficiente tiempo
desde el acontecimiento de los hechos y aclarando en todo caso mi posición “Apolítica”
para estos comentarios, quiero hablar de un evento que tuvo lugar el dia de la posesión
de Gustavo Petro como presidente. Ese
día, después de que fuera juramentado y como primera orden presidencial, Petro
dijo: “Ordeno que sea traída la espada de Bolivar”.
Sus opositores políticos comenzaron entonces una serie de
comentarios entre los cuales se incluían algunos que calificaban la orden de
inoportuna, exagerada o cualquier otro motivo descalificador que dejara en ridículo
dicha orden. La que más llamó mi
atención fue aquella que decía que “Esa no es la espada de Bolivar: es una
imitación”. Aunque esa afirmación
tuviera algo de verdad, era realmente improbable demostrar lo contrario, puesto
que no se contaban con los elementos suficientes. Pero no es de eso que quería hablar, sino de
otro tópico relacionado con este mismo tema.
Vale recordar que esa espada ya tenía su historia propia
sea que fuese auténtica o no; y se remontaba a la época de las espectaculares
acciones del grupo M-19 quien la robó y años después la devolvió como parte de
un proceso de paz con el gobierno.
Entonces y ahora sí tocando el tema de lo que quiero
expresar, comenzaré por decir que aquellos que dijeron que esa espada no era
auténtica, dejaron a un lado una consideración que había que tener en cuenta y
es el valor simbólico de un objeto. Bien
difícil es colocar “La auténtica espada de Bolivar” en todos y cada uno de los
museos y “Casas Bolivarianas” que existen en varios países de Suramérica
principalmente. Por tal motivo, las
espadas encontradas en esos sitios deben entenderse como objetos simbólicos y
no de otra manera.
Esa espada simboliza entonces las luchas de estos pueblos
por lograr su emancipación de España que es en realidad lo que se logró y no la
independencia ni mucho menos la libertad que tanto pregonan algunos medios,
porque esta última bien lejos que está de ser lograda.
Para aclarar de alguna manera el punto que les estoy compartiendo,
podemos comparar la ya mencionada espada con cualquiera de las cruces que se
encuentran en una iglesia católica o en el pecho de algún fiel de esta
religión: ¿es acaso alguna de esas
cruces la original, aquella a la que Nuestro Señor Jesucristo fue condenado y
donde finalmente murió? La respuesta obviamente es ¡NO!. Pero eso no le quita el valor simbólico a
dicha cruz.
Entonces y para finalizar diré que aquella espada que se
encuentra en una urna en Bogotá, bien podía ser de aluminio, latón o cartón y
aun así conservaría el valor intrínseco que lleva de ser el símbolo de las
esperanzas de toda una raza llamada “Latinoamericanos” de algún día lograr la
independencia. Porque la Libertad: esa es otra historia…