Mi abuela paterna era una mujer muy especial, sobre todo conmigo, porque yo era su nieto preferido.
Es sorprendente cómo la mente humana conserva intactos recuerdos de cosas que ocurrieron hace muchos, muchos años. Con relación a esto último, voy a compartir con ustedes tres historias, sólo tres de muchísimas que mi abuela me refirió y de las cuales sacaremos conclusiones más adelante.
Yo recuerdo que mi abuela “Tenía el palito”, es decir sabía cómo hacerlo, para mantenerme allí, a la expectativa. Y era tan grafica en sus narraciones que yo prácticamente “vivía” las historias que ella me contaba.
Helas aquí:
Primera historia: “Los 40 Cerdos”
“En una de las muchísimas travesías que realizó Jesucristo, llego a un lugar muy apartado, con un hambre y un cansancio muy grandes. La puerta de aquella casa se encontraba abierta y Jesucristo entró. Momentos antes de su ingreso, el propietario del lugar se encontraba reunido con 40 hombres. Y al observar que se acercaba Jesús, les dijo a sus acompañantes: “Vamos a ver si es cierto que ese maestro es tan sabio; escóndanse en el cuarto de atrás y permanezcan en silencio…
Cuando Jesucristo hubo ingresado, y después de los saludos de rigor y todo lo demás, Jesús le dijo que tenía mucha hambre y cansancio y le pidió encarecidamente que le ayudara a mitigarlos. El hombre, sin sentir dolor alguno por la situación del viajero, le dijo: “Yo te ayudo si me dices qué hay en el cuarto de atrás”
El maestro dijo sin dudar: “Cuarenta Cerdos”. Ante esta afirmación el hombre soltó una gran y sonora carcajada y con tono despectivo dijo: “Tú no sabes nada, allí lo que hay son cuarenta sí, pero amigos míos” y continuó riendo a todo pulmón. Jesucristo no le dijo nada y salió del lugar.
Cuando el hombre se hubo “desembarazado” de su visitante fue hacia atrás y abrió la puerta del cuarto dispuesto a seguir burlándose del desacierto de Jesús. Pero para su sorpresa, al abrir la puerta, salieron en estampida cuarenta cerdos que lo tiraron al piso y posteriormente lo devoraron…
Segunda historia:
Había una vez en cierta ciudad una banda musical muy famosa que era la preferida de todos los habitantes. Era tal la fama de aquella banda, que en los días de fiesta, no había cabida para el descanso porque el volumen de contrataciones no se los permitía, ya que les “llovía” un alto número de contratos y prácticamente no paraban de tocar.
En una de esas fiestas, ocurrió algo muy curioso:
Se encontraba la banda en plena acción musical y uno de los músicos que en ese instante estaba haciendo sus “Silencios”, no pudo más contra la naturaleza y se quedó dormido. El músico comenzó a soñar con que estaba en una época diferente, es decir en el pasado y que se encontraba en el patíbulo listo para ser ejecutado. Ya la guillotina estaba en lo más alto y sólo faltaba una señal para que la dejaran caer.
Cabe aclarar que de verdad los momentos vividos en los sueños son bastante extraños: El tiempo parece no existir; ni la lógica; ni la gravedad; ni muchos otros parámetros que en nuestro diario vivir son “normales”. Si le hubieran preguntado al músico de nuestra historia cuánto tiempo había transcurrido desde que se durmió hasta el momento final, probablemente nos diría que muchas horas o varios días. Pero en realidad fueron ¡sólo unos segundos!
Un compañero del músico dormido, que estaba a su lado, al darse cuenta de la situación y sabiendo que ya su compañero debía hacer su intervención en la melodía, le pasó suavemente un dedo por su cuello para despertarlo. Pero como él se encontraba en la situación descrita anteriormente, lo que pensó fue que su momento había llegado y que ese roce era el de la hoja afilada de la guillotina, lo cual le produjo un infarto y su muerte instantánea…
Tercera Historia:
Había hace mucho tiempo dos mujeres que en el transcurso de su vida, siempre fueron grandes amigas: el dolor de una lo era de la otra, la alegría de una la compartía con la otra, es decir eran casi hermanas y hasta se podría decir que más que éso porque eran de verdad muy unidas. Entre estas dos mujeres no había secretos y lo que la una le contaba a la otra: “Llegaba hasta allí” esto es algo sorprendente, porque generalmente las mujeres sienten ese deseo incontenible de “Comunicarse” y compartir lo que las otras personas le refieren; no importa si el tema es cierto o es falso, lo importante es “socializarlo”.
En cierta ocasión estas dos amigas llegaron a un acuerdo:
La primera que se muera, regresará del más allá y le contará a la otra qué es lo que hay allá; cómo es y qué se siente estar muerto…
Pasaron los años y una de las mujeres murió. Ya la otra no se acordaba de aquel pacto que habían suscrito entre las locuras de la juventud. Pero la otra sí se acordaba y vino a cumplir su promesa:
Se le apareció a su amiga cuando esta se encontraba sola en su cuarto, de manera inexplicable la otra no se asustó al verla y después de recordarle el pacto, procedió a explicarle todo como lo habían acordado. Fue tal la impresión de la amiga viva al enterarse de cómo era el más allá,que murió allí mismo y fue encontrada por sus familiares momentos después."
Estas tres historias y todas las otras que ella me contaba ponían a viajar mi infantil imaginación que de por sí era muy “volátil” y viajaba sobre sus historias como si fuesen mágicos caballos alados y dóciles…
En definitiva debo decirte que mi abuela era una mujer “fantástica”, no porque fuera algo excepcional ni nada por el estilo (Bueno conmigo era excepcional, debo admitirlo), cuando digo que era fantástica lo digo en el sentido literal de la palabra. Es decir a mi abuela le gustaba la fantasía y estas tres historias son una muestra de ello.
Si nos ponemos a analizar la primera historia veremos que era algo imposible de que ocurriera puesto que Jesucristo nunca dio muestras de ser un hombre vengativo y lleno de rencores. Mucho menos iba a convertir cuarenta hombres que no le habían hecho nada, en cerdos. Y por otro lado nadie podía haber dado testimonio de lo ocurrido porque los que estaban antes de que Jesús llegara: unos fueron convertidos en cerdos y el otro fue víctima fatal…
En la segunda historia: ¿Quién podría haber dicho lo que ocurría en la cabeza del músico en los momentos de su “Fatal Sueño”?
Y por último, si la amiga sobreviviente murió inmediatamente después de enterarse como era el más allá; ¿quién dijo cómo fue que ocurrieron los hechos?
En aquella ya remota época en la que mi abuela me contó estas historias yo las creía. Porque estaba muy muchacho. Pero tiempo después, con la madurez de los años y del sentido crítico de las realidades, me di cuenta que a pesar de que las historias eran divertidas y cumplieron su objetivo de convertirme en soñador: O mi abuela era mentirosa a propósito; o alguien abusó de su ingenuidad…